SIN LABIA
Q GALERÍA 💥 04.04.2024
Meter labia, un término coloquial costeño, implica el arte de hablar de manera convincente para alcanzar un propósito, ya sea enamorar a través del lenguaje o persuadir en contextos comerciales. En el ámbito artístico, la labia se ha convertido en una característica común en obras que aparentemente carecen de profundidad tanto técnica como conceptualmente. Esta habilidad persuasiva puede llevar a espectadores ingenuos a creer que lo que observan es importante, necesario o cautivador.
Por poner un ejemplo, en la icónica obra “An Oak Tree” (1973) de Michael Craig-Martin, un vaso de cristal con agua sobre un estante a tres metros del suelo se presenta al espectador como un roble. Aunque físicamente sea un vaso de agua, el artista convence a los visitantes de visualizar un árbol mediante su habilidad para comunicar una idea moderna. Es un intercambio de fe, se cree que un elemento se transforma en otro por la convicción de quien lo proclama, y el espectador asume esa respuesta con la misma fe que el artista tiene sobre una obra de arte.
La hiperteorización de las obras de arte, a veces, llega a un punto donde no se puede discernir dónde termina el relato real y dónde comienza la fantasía. Ante esto, propongo no pensar más en teorizar las prácticas artísticas. ¿Es posible crear obras de arte sin meter labia o esta característica es indispensable para considerar un trabajo artístico como válido?
ENG
Group exhibition featuring Juanca Vargas, Elio Wong, Marcela Baquerizo, and Sebastián Florido (Those Vague Days), curated by Norton Reyes-Vargas at Q Galería.
“Meter labia,” a colloquial coastal term, refers to the art of speaking persuasively to achieve a purpose—whether it’s winning someone over through language or convincing in commercial contexts. In the artistic realm, labia has become a common trait in works that seem to lack both technical and conceptual depth. This persuasive ability can lead naive viewers to believe that what they are seeing is important, necessary, or captivating.
For example, in Michael Craig-Martin’s iconic work An Oak Tree (1973), a glass of water placed on a shelf three meters high is presented to the viewer as an oak tree. Although it is physically just a glass of water, the artist convinces visitors to visualize a tree through his ability to communicate a modern idea. It is an exchange of faith—believing that one element transforms into another solely through the conviction of the one who proclaims it, and the viewer accepts this assertion with the same faith the artist has in a work of art.
The over-theorization of artworks sometimes reaches a point where it is impossible to discern where reality ends and fantasy begins. In response to this, I propose stepping away from theorizing artistic practices. Is it possible to create art without meter labia, or is this characteristic essential for considering a work as artistically valid?